SOBRE LOS DOS TESTIGOS, DESCIFRADO QUIENES SON. COMENTARIO AL APOCALIPSIS. SAN CESÁREO DE ARLÉS.
SOBRE LOS DOS TESTIGOS, DESCIFRADO QUIENES SON. COMENTARIO AL APOCALIPSIS. SAN CESÁREO DE ARLÉS.
Y daré orden a mis dos testigos, es decir, a los dos Testamentos, y profetizarán mil doscientos sesenta
días.
Indicó el número de la última persecución, y de la paz futura, y de
todo el tiempo que discurre desde la pasión del Señor; porque uno y otro
tiempo tienen el mismo número de días como se dirá en su lugar.
Vestidos de saco, es decir, con cilicios: porque pertenecen al orden de
los penitentes, es decir, al orden de aquellos que confiesan sus
pecados, por eso dice que están «vestidos de saco» por el espíritu de
humildad. A continuación él muestra quiénes son estos dos testigos
diciendo: Éstos son los dos olivos y los dos candelabros que están en la
presencia del Señor de la tierra. Estos son los que «están» no los que
«estarán». Los dos candelabros es la Iglesia, pero por causa del número
de los Testamentos dijo dos; de igual modo que dijo cuatro ángeles para
significar la Iglesia, aun cuando sean siete siguiendo el número de los
ángeles de la tierra, así también toda la Iglesia es representada por
los siete candelabros si bien enumera uno o más de uno según los
lugares.
Pues Zacarías contempló un solo
candelabro de siete brazos, y estos dos olivos, es decir, los dos
Testamentos, verter el aceite en el candelabro, es decir en la Iglesia.
Así como en el mismo lugar tiene los siete ojos, la gracia septiforme
del Espíritu Santo, que están en la Iglesia y observan atentamente toda
la tierra.
La oposición a los testigos y a la Iglesia.
Y
si alguno quiere herirles o matarles, un fuego saldrá de su boca y
devorará a sus enemigos, es decir, si alguno hiere o quisiera herir a la
iglesia, con las oraciones de su boca será consumido por el fuego
divino ya sea en el presente para su corrección, ya sea en el siglo
futuro para la condenación. Estos tienen la potestad de cerrar el cielo
para que no llueva durante los días de su profecía. Dice «tienen»; no
dice «tendrán». Dice esto para significar el tiempo que transcurre
actualmente; pero el cielo es cerrado espiritualmente, para que no
llueva, es decir, para que —por el juicio secreto de Dios, pero sin
embargo justo— la bendición no descienda de la Iglesia sobre la tierra
estéril.
Y una vez que hubieren terminado su
testimonio, la bestia que sube del abismo le hará la guerra. Muestra
abiertamente que estas cosas tendrán lugar antes de la última
persecución, cuando dice: Una vez que hubieren terminado su testimonio,
es decir el que presentan hasta la revelación de Cristo. Y los vencerá y
los matará.
«Vencerá» en aquellos que habrán sucumbido, «matará» en aquellos que habrán testimoniado a Dios. Y su cuerpo será arrojado en las plazas de la gran ciudad. Por los dos él no habló más que de un solo cuerpo, y en algunas ocasiones habla de cuerpos no solo para indicar el número de los Testamentos sino también el cuerpo único de la Iglesia, según estas palabras: «Has echado mis palabras a mis espaldas».
LA MUERTE DE LOS DOS TESTIGOS
En las plazas de la gran ciudad, es decir, en medio de la Iglesia.
Y muchos de los pueblos, y tribus, y lenguas, verán su cuerpo durante tres días y medio, es decir, tres años y seis meses; en efecto, mezcla el tiempo ya sea el presente ya sea el futuro, como dice el Señor: «Llegará», dice, «lahora en la que todo aquel que os matare estimará prestar culto a Dios». Y es lo que ahora acontece y lo que vendrá. Y no dejará depositar sus cuerpos en una tumba.
En las plazas de la gran ciudad, es decir, en medio de la Iglesia.
Y muchos de los pueblos, y tribus, y lenguas, verán su cuerpo durante tres días y medio, es decir, tres años y seis meses; en efecto, mezcla el tiempo ya sea el presente ya sea el futuro, como dice el Señor: «Llegará», dice, «lahora en la que todo aquel que os matare estimará prestar culto a Dios». Y es lo que ahora acontece y lo que vendrá. Y no dejará depositar sus cuerpos en una tumba.
El
ha descrito su deseo y su combate. Nada puede hacer que la Iglesia no
esté en su memoria, según estas palabras: «Ni vosotros entráis ni a los
que entran dejáis entrar», aunque muchos hayan entrado a pesar de los
que los cambatían, es por esto que ellos no permitían depositarlos en
una tumba. Y los que habitan sobre la tierra se gozarán sobre ellos y
celebrarán banquetes y se intercambiarán regalos.
Esto
siempre ha tenido lugar y todavía ahora se intercambian presentes y en
los últimos tiempos se alegrarán y celebrarán banquetes; pues cada vez
que los justos son afligidos los hombres injustos exultan y festejan.
Puesto que estos dos profetas los habían atormentado: por las plagas que
afligen al género humano por causa del desprecio de los Testamentos de
Dios. Porque la vista misma de los justos agobia a los injustos, como
ellos mismos dicen: «Su sola presencia nos es insufrible». Pero ellos se
alegrarán en todo lugar como si ellos no tuviesen ya más nada que
soportar impacientemente después de haber dispersado y matado a los
justos y después de haberse adueñado de su heredad.
LA RESURRECCIÓN DE LOS DOS TESTIGOS
Y
al cabo de los tres días y medio, un espíritu de vida enviado por Dios
entró en ellos. Ya se ha hablado de los días. Hasta aquí el ángel
describió lo que llegará, después introduce como ya cumplido lo que
entiende que ha de venir.
Y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que estaban mirando. Y oí una gran voz, venida del ciclo, que les decía: «Subid acá». Y subieron al cielo en la nube. Esto es lo que dijo el Apóstol: «Seremos arrebatados sobre la nube al encuentro del Señor». Pero antes de la venida del Señor esto a nadie podía acontecer,
como está escrito: «En primer lugar, después los que están con Cristo en su venida». Se excluye así la conjetura de los que estiman que estos dos testigos eran dos hombres que habían ascendido al cielo entre las nubes antes del advenimiento de Cristo. ¿Pero cómo los habitantes de la tierra se han podido alegrar de la muerte de los dos testigos si ellos han muerto en una sola ciudad, e intercambiarse regalos si pasan tres días antes de que se alegren de su muerte aquellos que se entristecerán por su resurrección? ¿O qué regalos ó qué placer puede encontrarse para festejar en las plazas cuando los cadáveres humanos contaminaron estos festines con el olor infecto que ellos expandieron durante tres días?. Que el Señor se digne liberarnos.
Y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que estaban mirando. Y oí una gran voz, venida del ciclo, que les decía: «Subid acá». Y subieron al cielo en la nube. Esto es lo que dijo el Apóstol: «Seremos arrebatados sobre la nube al encuentro del Señor». Pero antes de la venida del Señor esto a nadie podía acontecer,
como está escrito: «En primer lugar, después los que están con Cristo en su venida». Se excluye así la conjetura de los que estiman que estos dos testigos eran dos hombres que habían ascendido al cielo entre las nubes antes del advenimiento de Cristo. ¿Pero cómo los habitantes de la tierra se han podido alegrar de la muerte de los dos testigos si ellos han muerto en una sola ciudad, e intercambiarse regalos si pasan tres días antes de que se alegren de su muerte aquellos que se entristecerán por su resurrección? ¿O qué regalos ó qué placer puede encontrarse para festejar en las plazas cuando los cadáveres humanos contaminaron estos festines con el olor infecto que ellos expandieron durante tres días?. Que el Señor se digne liberarnos.
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