Parte 1, Capítulo 2, Artículo 2 de la OBRA de San Francisco de Sales: Las Controversias. A los Señores de Thoron
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página 148 y siguientes: QUE EN LA IGLESIA HAY BUENOS Y MALOS, PREDESTINADOS Y RÉPROBOS. "Que en la Iglesia hay buenos; y malos, predestinados y réprobos. Para hacer probable la invisibilidad de la Iglesia, cada uno de vuestros ministros expone su razón; pero la que me parece más trivial; es la que pretende, referirse á la eterna predestinación. Realmente no es astucia baladí la de atraer las miradas espirituales de los miembros de la Iglesia militante, hacia la predestinación eterna, á fin de que, deslumbrados por los resplandores de este misterio inescrutable, no veamos lo que tenemos delante de nosotros. Dicen, pues, que hay dos; Iglesias, una visible e imperfecta, otra invisible y perfecta, y que la visible puede errar y desvanecerse por el viento de los errores é idolatrías, lo que no sucede con la invisible. Y cuando se les pregunta ¿Cuál es la Iglesia visible? Contestan que es la Asamblea de las personas que hacen profesión de la misma fe y Sacramentos, que contiene a los buenos y a los malos y que no es Iglesia más que de nombre; y que la iglesia invisible es la que contiene a los elegidos solamente, que no estando al alcance del conocimiento de los hombres, únicamente son reconocidos y vistos por Dios. ■Nosotros sin embargo, demostraremos claramente que la verdadera Iglesia contiene a los buenos y a los malos, los réprobos y a los elegidos. He aquí cómo: 1º ¿No era la verdadera Iglesia aquella a quien San Pablo llamo columna y firmeza de la verdad y casa de Dios vivo? (2).■ Sin duda; pero siendo columna de la verdad no puede pertenecer a una Iglesia errante y vagabunda. Pues bien; el Apóstol afirma de esta verdadera Iglesia, casa de Dios, que en ella hay vasos de honor y de contumelia(3)} esto es, buenos y malos. 2.° ¿No es la verdadera Iglesia aquella contra quien las puertas del infierno "no prevalecerán"? Y sin embargo en ella hay hombres cuyos pecados hay que desatar, y otros á quien es preciso retenérselos, cómo nuestro Señor hizo ver en la promesa y poder que con ella dio a San Pedro l(1). Y éstos a quién se les retiene, ¿no son malos y réprobos? Además, es natural que a los pecadores: se les retengan sus pecados, y lo ordinario de los elegidos que se les desligue de ellos; luego aquellos cuyos pecados tenía San Pedro, poder de retener ó de perdonar, claro es que habían de estar dentro de la Iglesia, pues los de aquellos que están fuera de ella, sólo á Dios corresponde juzgar (2); aquellos, pues, a quien San Pedro debía juzgar, no estaban fuera de la Iglesia, sino dentro; de lo que se sigue que en ella tiene que haber réprobos. 3.° Y no nos enseña nuestro Señor que cuando seamos ofendidos por alguno de nuestros hermanos, después de haberle, reprendido y corregido por dos veces, y de dos diferentes modos lo defiramos a la Iglesia? Dilo á la Iglesia, y si no oyere a la Iglesia tenlo como un gentil y un publicano (3). Aquí no hay escape, porque el argumento es inevitable; se trata de un hermano nuestro que no es ni pagano ni publicano, sino que esta bajo la disciplina y corrección de la Iglesia y, por consecuencia miembro de la Iglesia; y no obstante eso no impide que sea réprobo irascible y obstinado. No están pues sólo los buenos en la verdadera Iglesia sino también los malos, en tanto qué de ella no sean lanzados, a menos que se quiera decir que la Iglesia a que nuestro Señor nos envía, sea la Iglesia errante, pecadora y anticristiana, lo cual seria blasfemar demasiado á las claras. 4° Cuando nuestro Señor dijo (4): Y el esclavo no queda en casa para siempre: más el Hijo queda para siempre, ¿no es tanto como decir que en la casa de la Iglesia están el elegido y el réprobo por un tiempo determinado? Porque ¿Quién puede ser ese servidor que no quedará siempre en la casa más que aquel que será arrojado algún día a las tinieblas exteriores? Y de hecho muestra bien que es así como lo entiende, cuando dice inmediatamente antes (1): Todo aquel que hace pecador esclavo es del pecado. Luego este que no queda para siempre, queda en ella, sin embargo, por algún tiempo, mientras en ella esté retenido por algún servicio. 5.° San Pablo escribe a la Iglesia de Dios que estaba en Corinto (I Cor. I, 2), y, no obstante, quiere que se eche de ella a un incestuoso (cap. V. 2). Si de ella se le echa, en ella estaba, y si en ella estaba, y la Iglesia fuese la compañía de los elegidos, ¿Cómo pueden lanzarle de ella, no pudiendo los elegidos ser réprobos? 6.. Pero ¿por qué se me negará que los réprobos y malos estén en la verdadera Iglesia, cuando hasta en ella pueden ser Pastores y Obispos? La cosa es clara. ¿No fue Judas réprobo? Y, sin embargo, fue Apóstol y Obispo, según el salmista (2). Y San Pedro, dijo que tuvo suerte en el ministerio del Apostolado (3) y todo el Evangelio que lo...pone siempre en çuenta en el Colégio de los Apóstoles. Nicolás de Antioquía ¿no fue diacono, como San Esteban? (4) Y, sin embargo, muchos antiguos Padres no hallan ninguna dificultad en esto para tenerle por heresiarca, como, entre otros Epifanio (5), Philostro (6), Jerónimo (7) y, de hecho, los nicolaítas tomaron ocasión de él para llevar adelante sus abominaciones, y San Juan, en el Apocalipsis (8) hace de ellos mención como de verdaderos heréticos. San Pablo afirma a los sacerdotes efesianos (9) que el Espíritu Santo les había puesto por Obispos para regir la Iglesia de Dios pero les asegura también (10) que entre ellos mismos se levantarían hombres que dirían cosas perversas para llevar discípulos tras de sí; a todos habla cuando dice que el Espíritu Santo les ha puesto por Obispos, y de los mismos habla también cuando dice que entre ellos se levantarán Cismáticos. Pero ¿cuánto tendría yo que hacer si quisiera amontonar aquí los nombres de tantos Obispos y Prelados que, después de haber sido legítimamente colocados en este oficio y dignidad, han caído de su primera gracia y han muerto herejes! ¿Quién vio jamás nada tan santo para un simple sacerdote, como Orígenes, tan docto, tan casto y tan caritativo? No hay quien pueda leer lo que de él escribe Vicente, Lirinense (1), uno de los más pulcros y doctos escritores eclesiásticos, sin que, al considerar su condenable vejez, tras una tan admirable y santa vida, no se sienta movido a compasión al vera tan grande y valeroso nave gante, después de tantas tempestades pasadas, tras tantos y tan ricos tráficos como había hecho con los hebreos, árabes, caldeos, griegos y latinos, y al volver lleno de honor y de riquezas espirituales, naufragar y perderse en el puerto de su propia opinión. «¿Quién se atreverá a decir que no estaba en la verdadera Iglesia aquel que había combatido siempre por la Iglesia y a quien toda la Iglesia honraba y tenía por uno de sus más grandes doctores? ¿Y qué? Vedle al fin herético, excomulgado, fuera del Arca, perecer en el diluvio de su propia opinión. Y todo esto es semejante a la santa palabra de nuestro Señor (2), que tiene a los escribas y fariseos como verdaderos pastores de la verdadera iglesia de aquel tiempo, y aun manda que se les obedezca y, sin embargo, no los tiene por elegidos, sino más bien por réprobos (3). Y siendo esto así, ¿qué absurdo no resultaría de que sólo los elegidos estuvieran en la Iglesia? Desde luego Se seguiría lo que dijeron los donatistas, esto es, que no podemos conocer a nuestros prelados, y, por. consiguiente, no podemos; tributarles la obediencia; porque ¿cómo conoceríamos si los que se dijesen prelados y pastores, estaban en la Iglesia, toda vez que no podemos conocer quién está predestinado y quién no entre los vivos, como se dirá más adelante? Y, si no están en la Iglesia, ¿cómo pueden tener en ella el puesto de jefes? Seria una monstruosidad, de las más extrañas que se puedan ver, que el jefe de la Iglesia no estuviera en la Iglesia. No solamente, pues, un réprobo puede estar en la Iglesia, sino que puede ser pastor de la Iglesia; la Iglesia, por lo tanto, no puede ser llamada invisible por estar compuesta de sólo los predestinados. Concluyo todo este discurso con....CONTINUARÁ...en el siguiente post.
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