SOBRE PALABRAS DE SANTA CATALINA DE SIENA
SERÁN ESTAS PALABRAS DE LA SANTA Y SERÁ QUE HA HABIDO PAPAS CAIDOS EN INMUNDICA DEL PECADO MORTAL Y QUE LUEGO HAYAN SIDO CONDENADOS A LA HOGUERA FINAL POR DIOS?
Con la mano en el corazón, todas las alocuciones de los santos que no pueda comprobar que fueron TILDADAS DE VERDADERAS PARA SU PUBLICACIÓN POR LOS PAPAS Y SUS AUTORIDADES DE ENTONCES, me las guardo en el ....tal vez....sí.....tal vez....no. No me caso con ninguna de ellas. Pero aquí van para que en definitiva se entienda cuál podría haber sido el pensamiento final de esta santa canonizada por PAPAS. SUPUESTAMENTE ES DE LOS DIALOGOS DE SANTA CATALINA Y DIRÍA ALGO ASÍ: Pero, para Catalina, el Papa es Vicario de Cristo de una manera sobrecogedora: tiene «las llaves de la Sangre de Cristo», dice una vez y otra la Santa de Siena. Este es el momento de transcribir in extenso sus palabras: «La llave de la Sangre de mi Hijo unigénito abrió la puerta de la vida eterna, que había permanecido cerrada largo tiempo por el pecado de Adán. Pero cuando os di mi Verdad, es decir, el Verbo de mi Unigénito Hijo, sufriendo pasión y muerte, en virtud de mi naturaleza divina unida a la humana, abrió la puerta de la vida eterna. ¿A quién dejó las llaves de esta Sangre? Al glorioso apóstol Pedro y a todos los que le sucedieron y le sucederán hasta el día del juicio, que tienen y tendrán la misma autoridad que tuvo Pedro. Ningún pecado en que puedan caer disminuye esta autoridad ni quita nada a la perfección de la Sangre ni a ningún otro sacramento. Porque ya te dije que este Sol no se manchaba con ninguna inmundicia, ni pierde su luz por las tinieblas de pecado mortal que haya cometido el que lo administra o el que lo recibe, porque su culpa en nada puede dañar a los sacramentos de la santa Iglesia ni disminuir su poder. En ellos, sí, disminuye la gracia y aumenta la culpa en quien indignamente lo administra o lo recibe. Así, pues, el Cristo en la tierra tiene las llaves de la Sangre para darte a entender cómo los seglares deben respetar a mis ministros, buenos o malos, y cómo me hiere toda falta de reverencia contra ellos. Te presenté el Cuerpo místico de la santa Iglesia en figura de bodega en la que estaba guardada la sangre de mi unigénito Hijo, por la que tienen valor todos los sacramentos y vida todas las virtudes. A la puerta de esta bodega estaba Cristo en la tierra, al que se le había confiado administrar la Sangre y al que toca poner ministros que le ayuden a dispensarla a todo el cuerpo universal de la religión cristiana. El que era aceptado y ungido por El, éste era elegido por ministro mío, y otro no. De él procede todo el orden clerical, y El los pone a cada uno en su oficio para administrar esta gloriosa Sangre. Y como El los ha puesto como coadjutores suyos, así le pertenece corregirlos de sus defectos, y así quiero que sea, pues por la excelencia y autoridad que yo le he dado los he sacado de la servidumbre y de la sujeción a señores temporales. La ley civil nada tiene que ver con ellos para castigarlos; esto pertenece sólo a Aquel al que he puesto para que los mande y gobierne con leyes divinas. Estos son mis ungidos; por esto dije en la Escritura: No toquéis a mis Cristos. De modo que no puede venir a mayor ruina el que se atreve a castigarlos» Y CONTINUA DICIENDO QUIEN HA ESCRITO UNA MONOGRAFIA SOBRE LA TEOLOGÍA DEL PAPADO que habría tenido Santa Catalina de Siena. Llama la atención por el tiempo en que se escribió esta monografía su contenido. "Lo primero que de ahí deduce la Santa es una espiritualidad cristiana que tiene como uno de sus momentos esenciales en el amor y la obediencia al Romano Pontífice. Impresiona en Catalina de Siena el afecto, el cariño al Papa que transpiran sus escritos y sus obras. No se trata en ella de una obediencia meramente «jurídica». La razón de la obediencia es teológica: el Papa tiene las llaves de la Sangre, es Cristo en la tierra. Amarle es, pues, lo primero y, como consecuencia, obedecerle y orar incesantemente por él. Su existencia es un don de Dios para la Iglesia, lo cual debe suscitar en todo el Cuerpo Místico un gran agradecimiento. Esto aparece, sobre todo, al captar los defectos y las insuficiencias humanas que puede tener el Papa. Oigamos a la Santa: «Hay algunos que hacen lo contrario. Razonan falsamente y dicen: 'Son tantos sus defectos que no tenemos otra cosa que mal; por eso él no es digno de reverencia ni de que se le ayude. ¡Que fuera lo que debe ser y que atienda a las cosas espirituales y no a las temporales!'. Y así, como ingratos y desconocedores, no le reverencian, ni le obedecen, ni le ayudan ... No vemos que nuestra razón es falsa, porque sea como sea, bueno o malo, no debemos retraernos de nuestro deber porque la reverencia no se le hace a él por él mismo, sino a la Sangre de Cristo y a la autoridad y dignidad que Dios le ha dado para nosotros. Esta autoridad y dignidad no disminuyen por ningún defecto que tenga. .. Además, por su defecto no nos quita la necesidad que tenemos de él; debemos ser agradecidos y reconocidos, haciendo lo que se pueda hacer en beneficio de la Santa Iglesia y por amor de las llaves que Dios le ha dado» 13. Es, en definitiva, el amor a Cristo el que se proyecta en el amor y la obediencia al Papa, más allá de todos los defectos: 296 «Lo que le hacemos a él, se lo hacemos al Cristo del Cielo, sea reverencia, sea vituperio que hacemos» Cualquiera que sea el Papa, la actitud de Santa Catalina es siempre la misma: «Humildemente quiero que pongamos la cabeza en el regazo de Cristo en el Cielo con afecto y amor, y de Cristo en la tierra, que hace sus veces, por reverencia a la Sangre de Cristo, de la que él tiene las llaves» 15. En ese amor y obediencia de raíz cristológica Catalina incluye al Papa con todos los demás pastores. Lo dice con su energía habitual: «Yo os digo que Dios lo quiere y así lo tiene mandado: . que aunque los Pastores y el Cristo en la tierra fuesen demonios encarnados y no un padre bueno y benigno, nos conviene ser súbditos y obedientes a él, no por sí mismos (non per loro in quanto loro), sino por obediencia a Dios, como vicario de Cristo» Este amor y esta delicada obediencia al Papa, apoyadas de manera tan inquebrantable en el misterio de Cristo, 'son precisamente las que van a permitir a la doncella de Siena dirigirse al Papa en términos tremendos, duros sólo en su apariencia, pues en realidad proceden del amor y del respeto que la Santa tiene al dulce Cristo de la tierra. Pero esta consideración nos obliga a dar un nuevo paso en la teología del Pontífice de Roma que encontramos en el Diálogo y el Epistolario de Catalina. etc....." Fin de la cita de esta monografía. En realidad como no logro dar con los originales de aquél que fue su director y que habría publicado estas cartas y demás pensamientos de la santa, no puedo afirmar que las tales sean estrictamente ciertas sus palabras (éstas o las dirigidas a los Papas Gregorio IX y Urbano VI. Pero si este es su pensamiento dudo mucho que la Santa se hubiera atrevido a ponerse en crítica y cuestionadora de las decisiones del Papa, no en el sentido que hoy se pretende dar a estas palabras o sentidos. En fin....seguimos
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